Muestra Partícula fantasma
En Galería Nora Fisch
Buenos Aires, octubre y noviembre de 2015

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Texto de sala por Silvia Gurfein
Partícula fantasma

Desde que tengo memoria, miro atentamente el cielo. De modo directo y también a través de toda la tecnología disponible. Miro el cielo, particularmente las nebulosas, pero también miro el ojo que lo ve.
Cuando cotejo ambas imágenes observo que nebulosa e iris se parecen mucho. Parece verificarse la desfigurada simetría entre aquí y allá.
La nebulosa, esa materia cósmica difusa y luminosa de contorno impreciso, es polvo de estrellas exánimes. El rastro bellísimo de la muerte de una estrella.
Desde hace mucho tiempo, trabajo con los restos, los vestigios, la parte que queda del todo. Siempre interesada en esa frontera móvil entre lo vivo y lo extinto en la mirada, en la pintura.

Lo que comienza con aquella observación celeste tiene derivas que, una vez más, me sitúan suavemente ante a la pintura y sus interrogantes sinfín, siempre actualizados. Desde hace tiempo me propongo una suerte de pintura a ciegas, con la paradoja que conlleva. Un experimento estocástico (*), el lanzamiento de flechas a un blanco encandilado, a un punto ciego de la pintura, en el que el azar jugará un gran papel, hará el descarte necesario para el acierto.
El ojo, como instrumento de precisión, aquí se pierde, inmerso en los cobalto, los prusia y los índigo, y si antes mis pinturas provocaban una oscilación entre el foco y la nitidez, ahora es nítido el borde velado, la naturaleza de estas presencias es así de borrosa. Ya no es el ojo dudando, es el universo como pregunta, es la pintura, como botín imposible. La atmósfera azul es la herramienta visual para notificarse del espacio y el tiempo. La expresión pigmentada del misterio de nuestra ubicación celeste, la inmensidad del territorio que no habitamos. Las gradaciones y matices posibles para esa inmersión.

Partícula fantasma es el nombre de esta exhibición y es también el modo en que se denominan a unas diminutísimas unidades emitidas por el Sol y otros estallidos, circulando libres desde el nacimiento del universo. Son partículas misteriosas que interactúan muy poco con la materia y las que llegan a la Tierra la traspasan, así como traspasan nuestros humanos cuerpos, igual que fantasmas atravesando muros. Entonces ¿cómo es la huella de un fantasma? Como el resto de una mirada, como obsesiva imagen impresa en la fantasía. Como estas pinturas tal vez, mudas, ubicuas y abismales.

A veces, para pintar la aparición de lo existente es necesario cerrar los ojos y ver, sobre la pantalla-párpado, las manchas de color residuales, los fantasmas de la luz.

Silvia Gurfein, octubre de 2015

(*) Estocástico (del griego stocazein, disparar una flecha a un blanco, vale decir, dispersar los sucesos de una manera parcialmente aleatoria, de modo que algunos logren un resultado buscado): se dice que una secuencia de sucesos es estocástica si combina un componente aleatorio con un proceso selectivo, de manera tal que sólo le sea dable perdurar a ciertos resultados del componente aleatorio.