Muestra LO INTRATABLE
En Fundación Federico J. Klemm
Buenos Aires, de octubre a diciembre de 2013
Exposición al cuidado de Cecilia Szalkowicz y Gastón Pérsico

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Texto de catálogo por Rosario Bléfari
La función del otro lado

“…Una función se descubre mirando con insistencia un objeto hasta que el ojo segregue un líquido caliente y aromático”.
Mario Ortiz en Crítica de la imaginación pura

Y entonces, tiempo después de haber hecho estallar su pintura, justo cuando se interesaba por los mundos ínfimos y completos que constituían aquellas astillas…
Los restos expuestos como evidencia de la historia pictológica de su universo, del universo de su pintura…
Cuando todo empezaba a ser eso que sería, una tela dejó en la pared delicados puntos que el tejido había exudado en el secreto apoyo, en la oscuridad de las superficies en contacto.
Y se detuvo en esa especie de braille, en el mensaje cifrado. Era la cara oculta de la pintura hablando en alguna lengua, señalando por el revés la salida, en los dominios de lo que ocurre mientras tanto.
-Una no ve lo que pinta- pensó.
Mientras se pinta una cosa, sucede otra… ignorada, desestimada, sola, sin cuidado.
-¿Dónde está la pintura?- se preguntó.
La pintura se escurre, encuentra caminos, se filtra por cualquier parte, se desliza y lo único que nos es dado ver es su partida, su espalda, su pasado. Siempre vamos detrás de ella, y siempre se muestra a nadie del otro lado.
Esto queda. Y lo otro, también. Si al óleo, siempre vivo, le hago beber de esta otra tela y lo dejo hacer su manchado, su exudación constante, siempre voy a tener otra cara y otra espalda y siempre esta cara será la espalda de otra cara posible, pero… ¿de qué lado es? ¿Cuál es?
Dar vuelta la única hoja de una novela sin fin.
¿Será lo reversible?
Cuestiono la mirada, la cuestiono, si no me importa tanto, si de todos modos no vemos más que parcialidades. Los colores miran colores, a ver …¡ojo!, te miro, sos el dueño de la mirada, voy a verte ahora, con un espejo te miro, miro el ojo que mira, lo miro, lo miro, lo sujeto, lo veo, espejo, espejo, ese es mi ojo, dámelo vivo, dejame tocar como tocan los ojos las cosas que miran, me hundo en el pozo en el medio del iris, en la pupila vacía, negra, en el abismo, en el centro del arco, voy hasta el cerebro que ordena, y te pinto, te llevo a la mano, ojo a la mano, colores al ojo, ojo a la tela, te ordeno, te aquieto, te sereno en la materia, llevame, te ruego, al secreto de la pobre mirada que no ve nada, llevame ahora mismo al lugar abyecto de la vida que el sudario atrapa en la tela, a los fluidos, a las parcelas del color mesopotámico de la sangre.
Yace ojo, yace…
¿Dónde está la pintura ojo? Te pregunto ahora que estás como muerto…
-Estoy en el punto ciego…-
-¿Imposible es morir?
-No, imposible es mirar.
Vengo a mostrar un camino a ciegas, entonces.
-…Oh, ópalo transparente, iris membranoso, la rendija por donde la luz penetra, oh pupila, cráter…
Otra vez me muestra su pasado, su huída, el vapor.
…La presencia de lo que se aleja…
-Dice que la pintura es como un “caos irisado”, eso dice…
-No, dice: “La materia en el equilibrio es ciega. Lejos del equilibrio, la materia ve”.

Rosario Bléfari, septiembre de 2013